Al rescate de la clase media

Los países necesitan una distribución del ingreso tal, que les permita tener los más altos índices de igualdad social y acceso a las oportunidades.
Los extremos, tan malos en todo orden de la vida, lo son mucho más cuando analizamos las clases sociales que componen un país. Lamentablemente -y a pesar de la favorable coyuntura internacional que hasta hace un tiempo hubo- la brecha entre ricos y pobres creció. ¿Qué había entre ambos? La clase media. Seguramente, cuando los efectos de la crisis se acentúen, habrá más distancias y menos clase media.
Soy conciente que no estoy inventando nada nuevo. Ya Aristóteles, en su Teoría de las Revoluciones, reflexionaba sobre la incidencia de esa diferencia, en la salud del sistema político y social.
Más contemporáneo, José Batlle y Ordóñez, conciente de las ventajas aportadas por la igualdad, modeló un país sustentado fundamentalmente en la clase media.
Resultan absurdas y nos merecen el mayor rechazo, las declaraciones de algunos personajes, como José Pedro Barrán, que indican que el gobierno actual es batllista. Realmente se trata de una gran broma.
Desde que asumió, este gobierno no se preocupa por quienes trabajan y se esfuerzan, ni por la educación, ni por el desarrollo individual de las personas. Sino que liberó presos para descongestionar las cárceles y hoy tenemos más reclusos que antes de 2005. Le llamó "sensación térmica" a un problema grave de inseguridad que todos padecemos. Regaló PLUNA, saliendo incluso de garantía por 152 millones de dólares. Embarcó a todos los uruguayos en la odisea de la caña de azúcar, que a la fecha lleva perdidos unos 50 millones de dólares. Le compró las estaciones a Texaco por 25 millones de dólares. Le metió la mano en el bolsillo a los trabajadores con el IRPF, y a aquellos que no tienen un sueldo afectado por ese impuesto, les impactó en los alquileres, en los préstamos sociales, etc. Nos mintió a todos los uruguayos con un país productivo que nunca nos presentó. Prometió, además, un gas oil productivo y su precio equiparó a la nafta. Le recompró el puerto del Cerro al señor Moon por 28 millones de dólares y nada productivo se ha iniciado allí. Le paga un sueldo a quienes no trabajan con la plata de los que sí lo hacen, a cambio de nada. Ingresó a miles de personas al Estado. Los ejemplos de los múltiples yerros de este gobierno sobran. Como frutilla de la torta, mencionemos que, cuando todo esto y mucho más viene sucediendo, las principales figuras del gobierno, están sumamente preocupadas por resolver la candidatura del Frente Amplio, con amenaza de reelección incluida. Y encima, algunos osados, tildan a este gobierno de batllista. ¡Deberían sentir vergüenza!
Tenemos la obligación de rescatar a la clase media. Y el desafío que asumimos, es el de proponer soluciones concretas y posibles de realizarse. Es lo que venimos haciendo en Vamos Uruguay. Lo hemos hecho para el agro, para la seguridad, para mejorar Montevideo. No nos quedamos en la crítica. Decimos sí fuerte y claro qué está mal y cómo lo mejoraríamos. En breve daremos a conocer propuestas referidas a las políticas sociales, a la educación, a la ciencia y la tecnología, entre otras.
Nuestro líder, Pedro Bordaberry, propuso públicamente no hacer política con la crisis y le sugirió al gobierno una serie de medidas para atemperar el impacto que ésta nos producirá.
Ese rescate para la clase media que proponemos, no es solamente económico -que ya de por sí es esencial- sino que tiene que ver también con los valores. Con la identificación de pertenecer a un mismo conjunto social, de ser parte integrante de la sociedad y no seguir excluidos de la misma. No podemos darnos el lujo, que haya compatriotas que no se sientan parte del país. Debemos recuperar la dignidad, igualando para arriba y sintiendo que con el esfuerzo de todos, podremos salir adelante.
Como principio requieren las cosas, debemos eliminar el IRPF y reducir los gastos estatales que ese impuesto vino a ensanchar.
Basta de castigar a quienes se sacrifican, están al día con sus cuentas y sostienen a quienes se pasan las horas sin hacer nada, o lo que es peor, planeando cómo realizarán la próxima rapiña.
Estos son parte de los valores que defendemos y la razón por la cual actuamos en política