Por Fitzgerald Cantero Piali
Un duro desafío representó para la izquierda y el PIT-CNT (si son instituciones distintas), la asunción del gobierno en marzo de 2005. La clave estaba en demostrar que no eran lo que la “derecha” (como suelen etiquetar) les endilgaba, o sea, la misma cosa, el brazo político de uno o el brazo sindical del otro.Hoy queda claramente evidenciado que el desafío no fue superado. La doble militancia de los dirigentes sindicales siempre fue notoria, pasaba más desapercibida cuando los gobiernos no eran de su signo. Con el FA en el poder, se demostró que es imposible estar en la misa y en la procesión, y no sólo porque el nombre de Juan Castillo se mencione para la presidencia de la coalición de partidos y movimientos que conforman la izquierda vernácula. Con ello además comienzan a emparchar las diferencias que viene sufriendo la interna del PIT, en las que el dirigente comunista está perdiendo hegemonía. Resulta gracioso -y hasta normal- verlo en un canal (o en una misma nota) hablar como sindicalista y en otro como aceptante de la eventual presidencia del FA. A la basta tolerancia con este gobierno, se suman ahora distintos elementos de una discusión interna que el PIT-CNT viene procesando. Por ejemplo, nadie si inmutó en la Central Sindical, cuando el presidente de la República suspendió, en el mes de diciembre, una visita que realizaría allí, debido a que los funcionarios de OSE, tuvieron la “audacia” de hacer una manifestación. Por el hecho un dirigente de ese gremio, renunció al Secretariado Ejecutivo del PIT.1 Tampoco cuando recientemente el primer mandatario no atendió a un gremio de maestras, por haber hecho -según fuentes presidenciales- “un escrache” frente a su mansión. Por si esto fuera poco, con total soltura en el PIT-CNT se expresa que “los sindicatos trabajarán para que la izquierda permanezca al menos un período más en el gobierno”.2 Se señala, además, que dentro de las prioridades de la Central Sindical está el “impedir que la derecha retome el poder”. De don José Batlle y Ordóñez, los colorados aprendimos que el partido político no debe mezclarse con el sindicato, entre otras cosas, nada más y nada menos que para evitar los populismos. Quien pierde en esa mezcolanza, es el trabajador, que percibe que en lugar de defender sus derechos, el sindicato lleva adelante una estrategia que busca maximizar logros políticos partidarios. Si bastaba demostrarlo, he ahí el botón.
1 El Observador, 5 de febrero de 2008
1 El Observador, 5 de febrero de 2008
2 Búsqueda, jueves 31 de enero de 2008
